25 de mayo de 2012

De aquellos fracasos amorosos.

Quien te ama, no te esconde de su familia, no niega que vive contigo, quien te ama te lleva con él hasta el fin del mundo.
Comprender ésto me costó un raspón de rodillas, un golpe en la nariz y un corazón destrozado.

Dejé mi familia, mi casa, mis amistades, mis seres más amados por él, y él nunca pudo dejar a su familia, ni me hizo parte de ella. Ese fue el error, bien lo dijo mi madre, error por no exigir lo que por derecho propio me pertenecía.

A cambio le di mi alma, mi cuerpo, mi juventud, mis ilusiones, mis anhelos, mis añoranzas, en pocas palabras le dí mi vida.

Cuando caí en cuenta del lugar donde me encontraba, descubrí con gran desilusión, tristeza y un par de lagrimas en los ojos, que ahí estaba yo, parada sobre mis piernas con el alma llena para entregar todo y con las manos vacías sin recibir nada.

Dios es testigo de cuantas veces pisotee mi corazón, por tolerar una vida que no me hacía feliz; intentaba justificarlo, intentaba entenderlo, siempre viví intentando; y mientras más lo intentaba más me cansaba, es cómo nadar en un río contra corriente, pidiendo ayuda para avanzar y te das cuenta que sigues estancada en el mismo lugar, sin que nadie que te rescate.

Hoy, me doy cuenta de que perdí la dignidad y el autoestima, entre otras cosas, todo lo que me había empeñado en evitar, lo estaba aceptando. Pero a ¿cambio de que?, a cambio de nada.

Y regresé, regresé al lugar del que nunca debí salir...por fin, después de 4 meses me volví a sentir, feliz, amada, protegida, en contraste, nunca me sentí mas avergonzada, derrotada y frustrada.

No me niego a la vida, al futuro, al amor...al contrario, de este suceso aprendí bastante, para no volver a caer.

Gracias Mamá, gracias hermana por ser los grandes amores de mi vida!