11 de noviembre de 2012

La vida es curiosa.

Es curiosa la manera en que el tiempo pasa y a veces no me doy cuenta. Ayer estaba recordando el lugar en el que me encontraba hace un año.

Recuerdo la mirada triste de mamá mientras, con una sonrisa de oreja a oreja empacaba las pocas cosas que me llevaría para emprender mi viaje. Creo, ella sabía perfectamente que me dañarían, pero, en mi necedad ignoré sus consejos.

Cuando la mudanza llegó ella me abrazo y con voz suave me dijo palabras tiernas al oído. De antemano no estaba de acuerdo, pero en su magia de ser madre, acepto las condiciones en las que me fui.

Dejar a mi familia por emprender un sueño hecho realidad fue lo mejor que hasta ese momento me había sucedido. El problema vino cuando me escondió, no lo responsabilizo totalmente de eso; también tuve culpa por haber creído en su historia de que algún día sería parte de su vida.

Vacía y sin amor lloré días enteros, había momentos en los que ya no sabía si levantarme de la cama o seguir durmiendo. Enfrentar la realidad fue un golpe duro. La señora que me parió me ayudó a salir de la depresión. Ella siempre ha sido dura, pero con un corazón enorme.

Un día como cualquier otros, me miré al espejo y descubrí a una mujer que no me gustó. Estaba con la cabeza baja, los ojos hundidos y la esperanza muerta...descubrí mi cadáver en plena vida. Si iba a morir de algo, no quería que fuera de amor.

Un año después...agradecida por no haber muerto, yo era feliz, vagando por el mundo, sin esperar nada...y el destino me regaló una sorpresa...de esas que jamás piensas que llegarán.

Yo no quería cambiar mis objetivos en la vida, yo no quería conocerlo, ni quererlo, ni amarlo, ni ilusionarme, ni necesitarlo...ni nada.  Y así como así, sin tocar a la puerta se metió en mi corazón.

Debo admitir que tengo miedo, miedo de la distancia, el tiempo y del amor. Tengo miedo de lo que puede pasar y de lo que no.

La espera es larga y cruel. Ansío besar sus labios, tocar su alma, tenerlo sólo para mi.

Si tan sólo pudiera tener su piel junto a la mía, y así saber que ya no es una fantasía...si no una realidad.