14 de enero de 2013

La nada

Entonces Él me llamó "gaviota", la más grande ofensa que jamás me hayan dicho, hubiera preferido que me mandara a la chingada...y surgió lo siguiente:

- Córtalas para siempre - le dije indignada.
- Esto me duele más a mi que a ti - y soltó el llanto.
El corazón se me hizo chiquito, pero no le iba a permitir que supiera lo débil que era ante sus encantos, y con recelo le dije: "Bueno, tampoco es para que te pongas así". Le di un beso en la frente y sequé sus lagrimas.
- Era solo una broma corazón - y me tomó del brazo.

Comencé a reír, en venganza, le di un pellizco en las costillas. Él fingió retorcerse del dolor; como si fuera un chiquillo, devolvió la travesura. Con una sonrisa que dejaba ver más satisfacción que dolor le dije: "¡Óyeme igualado!", y sin pensarlo quise morder su brazo. Hábilmente lo quitó antes de que consiguiera mi objetivo.

-Tienes hambre ¿verdad?- Si, quise contestar, quise confesar que tenía ganas de Él, de sus brazos, de sus besos, de su ser...pero callé. -Ven, vamos por algo -.

No dijimos nada, nos limitamos a saborear, más que la comida, el tiempo en silencio juntos.

-¿Ya se te pasó lo mordelona o que?.
- Ya tenía mucha hambre, pero eso no me quita lo mordelona -. Sonreí de manera retadora. -¿Que me ves?- agregué.
-¡Nada! - dijo sorprendido - Solo quiero saber si tus dientes están filosos -, para mi sorpresa me mordió.
-¡Au!- Exclamé empujándolo lejos de mi.
-Para que veas lo que se siente, ya estamos a mano ¿ok? -. Sobo mi brazo al mismo tiempo que besaba mi mejilla.
- Está bien -. Me acerqué ocultando mis verdaderas intenciones. Pude percibir el olor y la suavidad de su piel, tanto se me antojó que de nueva cuenta lo mordí. "¡Estamos a mano!". Le grité mientras corría.
-¡Condenada mujer!- gritó mientras me seguía.

Corrí lo más que pude, pero Él, con ventaja en estatura y rapidez, logró detener mi carrera; me giré para ver sus ojos, me plantó un beso, y no conforme con ello, mordió suavemente mis labios....sólo me dejé llevar, era perfecto, cerré los ojos y comencé a volar.

- Estamos a mano - Lo volví a besar, rogaba porque no terminara jamás.
-Me encantaron tus mordidas - Pasó su mano sobre mi rostro y susurrando dijo: - Me gustas.
-Tu a mi no -, rocé con mis dedos sus labios. - Me encantas.

Nos fundimos en una lluvia de caricias, besos, abrazos, pasión y deseo.

- Eres lo que tanto anhelaba -. Me tomó con ambas manos por la cintura y agregó: - Caminemos juntos. Tanto tiempo esperé aquella invitación, que sin dudarlo, extendí mis manos y con gran entusiasmo pensé: "Caminemos".

Antes de perdernos entre la multitud, me buscó con la mirada y asintió: - Eres mi amor -.


                                                                                                          

                                                                                            Giezi Mora López/Ana Ordoñez

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